sábado, 28 de junio de 2014

Torre Bellesguard: la más desconocida de Gaudí (I)

Pasé una tarde noche magnífica el viernes pasado en la Torre Bellesguard, junto a un agradable grupo de personas, que como yo y mi amiga Irene, que me acompañó, quisieron acercarse al lugar para conocer una de las creaciones menos conocidas de Gaudí. La visita consistió en una corta pero muy simpática visita guiada a los alrededores de la casa (la visita al interior se realiza por las mañanas), degustando una copa de buen cava, para luego disfrutar de casi hora y media de concierto de guitarra clásica española, en el incomparable marco de los jardines de la casa con la luz tenue del atardecer iluminando el precioso escenario de nubes, árboles, flores y pizarras que nos rodeaban. De pizarra tornasolada de la cercana Collserola está hecho el singular trencadís que reviste los muros del edificio, y que tiene la particularidad de cambiar de tonalidades a medida que el sol baja para dar lugar a la noche. Mientras uno asimila lo visto, se relaja en este hermoso rincón de Barcelona, tomando un vino o unas cervezas, escuchando las notas de Albéniz o Tárrega en la guitarra española (otras noches es jazz u otros estilos musicales), y piensa el privilegio que ha tenido esta ciudad nuestra de haber visto crecer como arquitecto a un genio como Gaudí, y la suerte de sus ciudadanos de poder degustarlo y sentir su espíritu rondando por doquier. Es posible que algunos de los miembros de la familia Guilera que habitan la vivienda (no debemos olvidar que es una casa particular) os atiendan, os comenten algunas particularidades de la casa y su historia y compartan con vosotros en los conciertos. Desde setiembre del año pasado, decidieron organizar esta serie de visitas guiadas en un esfuerzo por recaudar fondos que permitan afrontar las múltiples restauraciones que necesita el enclave, conscientes de que no sólo poseen el privilegio de habitarlo, sino también la responsabilidad de conservarlo. Texto: Alex Guerra Terra. Fotos: Irene López Sanz.


Bellesguard es un rincón que, gracias a la abundancia de aguas subterráneas y a la pureza de sus aires, ha estado habitado desde hace más de dos mil años, habiéndose encontrado restos de cerámica ibérica del siglo II a.C., así como de cerámica romana del año 50 d.C. Fue residencia real del monarca Martí I el Humano, Rey de la Corona de Aragón, último representante del Casal de Barcelona, entre los años 1408 y 1410, y aún hoy es posible encontrar en los alrededores del edificio construido por Gaudí los restos medievales del castillo y de las murallas. Posteriormente, han sido muchos los personajes relevantes que a lo largo de los siglos han coincidido en Bellesguard, que ha sido a su vez escenario de importantes hechos históricos hasta el pasado reciente. La historia de la finca es tan antigua que sólo se conoce una pequeña parte, y la implicación de Antoni Gaudí con Bellesguard es tan compleja y tan personal, que todavía quedan por descifrar muchos detalles de su construcción, de su propósito y razón de ser. Sabemos que fue construida entre 1900 y 1909 por mandato de la viuda de Jaume Figueras (por eso se llama también casa Figueras), que quería una casa de veraneo en el terreno donde estaban los escasos restos que quedaban del castillo de verano de Martí I el Humano, con unas formas rectas muy poco habituales en la obra del arquitecto, inspiradas en el castillo medieval del rey, que vivió en Bellesguard hasta su muerte en 1410. Gaudí construye un castillo a medio camino entre el modernismo y el gótico y restaura los restos del palacio medieval, que forman parte de los jardines de la finca, componiendo una de sus obras más personales, simbólicas y fascinantes. Cuenta la leyenda que el bandido Serrallonga se ocultaba entre estas ruinas en el siglo XVII, hasta que fue apresado y descuartizado, enterrando sus restos por todo el terreno y marcando los lugares con argollas de metal. Si nos fijamos bien, aún podemos ver algunas.


Pero poco más se sabe sobre la historia del lugar, y para seguir hurgando en la misma, y porque todavía quedan muchas piezas por encajar y muchos secretos por descubrir, se ha creado un equipo de investigación, que desde diferentes disciplinas del saber trabaja para desvelar los misterios de Bellesguard, fruto de lo cual está previsto sacar adelante varias publicaciones y artículos científicos que contribuyan a la comprensión y el conocimiento de Bellesguard, de todas las etapas de su historia y todos los personajes que han coincidido a lo largo de los siglos, y de la genialidad de Antoni Gaudí, en sus múltiples facetas y toda su complejidad, que se enamora de Bellesguard y su bagaje y crea una obra única y que todavía hoy no se conoce en toda su extensión. El equipo de investigación es multidisciplinar e intergeneracional, y está abierto a la participación de todo aquel que pueda estar interesado. Del mismo modo, se agradece toda aportación que se le pueda hacer, ya sea información, fotografías antiguas o contribuciones económicas para fomentar la continuación de la investigación. La historia reciente es más conocida. En 1944, Lluís Guilera Molas, médico pionero en oncología y el tratamiento de agujas de radio, compra Bellesguard para hacer un hospital modernista como Sant Pau, dedicado al tratamiento del cáncer. A su muerte en 1969, su hijo mayor, Lluís Guilera Soler, también médico ginecólogo y obstetra, hereda la casa y el hospital. En esta nueva etapa serán muchos los ciudadanos de Barcelona que nacerán en Bellesguard, que seguirá siendo un hospital hasta el año 1974, en que debido a las barreras arquitectónicas, el hospital se traslada a la Clínica Delfos. Desde ese momento, Bellesguard se utilizará para lo que Gaudí la diseñó: como hogar. Después de la reciente y dolorosa muerte de Lluís Guilera Soler, es su viuda, Amèlia Roche, sus cinco hijos y sus 7 nietos quienes habitan y conservan Bellesguard. Este 2014 hace 70 años que Bellesguard es propiedad de la familia.


A primera vista, la torre Bellesguard nos puede parecer sosa, sin gracia, incluso fea, pues siempre asociamos a Gaudí con formas imposibles que imitan a la naturaleza, y la imponente planta angular de este edificio de 33 metros de altura y tan sólo 15 metros de ancho choca de frente con lo que nos esperamos, pero únicamente tenemos que fijarnos un poco en su fachada para ver que esta es una obra a la altura de las más grandes del arquitecto. Como he comentado antes, la fachada está formada por piedra pizarra local (de Collserola) de distintas tonalidades, para darle aspecto medieval; las ventanas alargadas son muy similares a las de cualquier fortaleza, e incluso en su parte superior cuenta con almenas, como todo buen castillo. Además si nos fijamos bien, veremos que la fachada representa a la santísima trinidad y alguna escena de la vida del rey Martí I el Humano. Todo el conjunto está coronado por la estrella de 8 puntas, emblema de la casa, típico de Gaudí, que simboliza a la estrella que guió a los Reyes Magos a Belén, o a Venus, diosa de la fertilidad. La puerta principal es el único elemento redondeado y gaudiniano de la fachada que nos avisa de lo que vamos a encontrarnos tras cruzar su umbral. En ese momento, dicen, pues todavía no he visto el interior (pero lo haré en breve) todo cambia por completo, trasportando al visitante al centro de un patio andaluz, tal es la luz y colorido del interior de la casa. Pero estas descripciones e impresiones las dejo para cuando vuelva a la casa y lo pueda ver con mis propios ojos. Tengo una cita pendiente para dentro de semana y media. Ya tengo deseos de conocer ese interior diseñado por mi querido genio. Seguro no me defraudará.






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