jueves, 17 de abril de 2014

La entrada de carruajes o cochera del Park Güell y la cripta de Sant Miquel de Cuixà

Cochera o entrada de carruajes en el Park Güell (Barcelona, España). Foto: Alex 2013
En “La sombra de Gaudí” hay un pasaje que recrea una conversación de su protagonista Nicolás, un chico de doce años, con el espíritu de Gaudí, en el que Gaudí le explica (hipotéticamente) las formas de la entrada para carruajes:

“—¿Ves aquella especie de bóveda? ¿Qué ves? —preguntó divertido, dirigiendo su mirada hacia la izquierda—. ¿Quieres entrar? —me invitó.
Sin decir nada, me quedé de pie en el exterior, cerca de la entrada y atrapado por todo lo que me rodeaba, sin llegar a entender qué esperaba él de mí.
—Fue una de las primeras construcciones en estar acabadas. Originalmente fue concebida como cochera, pero en realidad, ¡es un elefante! —rió jocoso.
—¿Un elefante? —pregunté incrédulo. Bibi nunca me había contado esto.
—Mira bien, pequeño. El formato, la textura. Ya te lo he dicho, deja volar tu imaginación —me dijo en su ya habitual tono autoritario, que poco a poco dejaba de intimidarme pues ya había notado que el mismo era sólo el reflejo de un gran entusiasmo y seguridad en sí mismo—. Se le ven el vientre y las patas, pero si observas mejor... verás también la cola y la trompa. Entra, ¿de qué tienes miedo, por Dios? —me preguntó al ver que no avanzaba.
Se veía divertido, parecía gozar reviviendo aquellos tiempos. Por fin me decidí a adentrarme en el pequeño recinto. En el interior del mismo se estaba más que fresco, me llegó una ráfaga de aire y me volvió a dar otro escalofrío de aquellos que calan los huesos. Pero no dije nada. Simplemente me limité a observar a mi alrededor, con los brazos cruzados sobre mi pecho, y constaté que realmente las formas y texturas se pare- cían a las de un paquidermo.
—Cuatro ciegos se acercaron a un elefante para saber cómo era —comenzó a contarme—. El primero le tocó la pata y afirmó: el elefante es como un árbol con el tronco rugoso —dijo pasando su mano por los soportes de la entrada, indicándome que hiciera lo mismo con los ojos cerrados—. El segundo, tocándole el vientre dijo: es un techo de roca caliente —continuó alzando la mano hacia el techo y flotando unos centímetros para llegar a él—. El tercero le acarició la trompa y exclamó: se parece a una serpiente. Y el cuarto le pasó las manos por la oreja y dijo: el elefante es como un gran abanico, que hace viento. Es un viejo cuento en el que estaba pensando cuando me imaginé la forma de la cochera... —me explicó con una honda melancolía en su voz—. ¿Sabes? Me gusta tu compañía.” (La sombra de Gaudí, pp. 125-126)
Cripta de la abadía de Sant Miquel de Cuixà (Canigó, Pirineos Orientales, Francia)
Un dato interesante, es que existe una cripta, la de la abadía de Sant Miquel de Cuixà (Canigó, Pirineos Orientales, en el suroeste de Francia), que es similar a la entrada de carruajes del Park Güell, lo que quizá podría responder a un deseo de Gaudí por imitar las formas del románico catalán, en claro homenaje a estas tierras. Con todo, bajo esta entrada de carruajes, Gaudí colocó un aljibe para recoger agua, donde algunos autores han querido ver en este subterráneo otra finalidad. A éste se accede desde una trampilla situada en la misma entrada, en el suelo. Pero es bien sabido que Gaudí se inspiró para algunas de sus soluciones arquitectónicas, en el románico y el gótico, además, claro, de modernismo, la Naturaleza y la música. La abadía de San Miguel comenzó a construirse bajo el abad Ponç (957-962) y fue finalizada y consagrada en el año 974 por el abad Garí. La planta posee una forma bastante peculiar, pues parte de una iglesia prerrománica que se va ampliando siguiendo los dictados del nuevo estilo de moda: el románico. Después de varias ampliaciones, el aspecto casi definitivo de la basílica vino de la mano del Abad Oliba, una de las figuras más relevantes del siglo XI, pues era también obispo de Vic y abad del monasterio de Ripoll. Oliba accede a la abadía en 1008 y la amplía con una reforma del deambulatorio, la construcción de dos campanarios de torre de 40 metros y la cripta, de planta circular y un pilar central sosteniendo la bóveda, en una solución muy similar a la empleada por Gaudí en el recinto para carruajes del Park Güell. La cripta fue construida en su tiempo para la veneración de las reliquias del pesebre que se encuentra en la capilla de la madre de Dios del Pesebre (en el interior de a cripta).

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