Investigadores del
Instituto Catalán de Paleontología (ICP) dieron a conocer en 2012 por primera
vez detalles de la morfología del Testudo
lunellensis, la tortuga fósil que se descubrió en el yacimiento de la Cova
de Gràcia durante las obras de construcción del Park Güell, que cuestiona la
clasificación de las especies actuales.
Restos fósiles de Testudo lunellensis. Foto: Massimo Delfino (ICP) |
Según ha informado la
institución, la investigación, que se publicó en 2012 en la revista Amphibia-Reptilia, muestra la
plasticidad fenotípica de las tortugas, por lo que cuestiona dicha
clasificación. Los restos de tortuga terrestre fósil recuperadas en el Park
Güell en 1903 (concretamente en el Turó de las Tres Cruces), fueron relacionados
en un principio con unos restos del pueblo francés Lunel-Viel (Montpellier), pero con el
tiempo, se han considerado adscritas a otro tipo de tortuga aún sin describir. En
este trabajo, los investigadores describen por primera vez la morfología de
esta especie e identifican sus rasgos característicos, entre los que destacan
los huesos periféricos altos y una peculiar forma de lóbulo. El estudio
identifica rasgos de diferentes especies, lo que significa que si la tortuga
del Park Güell no se hubiera extinguido y se clasificara a partir de sus rasgos
morfológicos, entonces esta especie se parecería a nivel superficial a Testudo hermanni, mientras que un
estudio detallado mostraría rasgos propios de especies diferentes. Esta especie
de caracteres en una tortuga del Pleistoceno subraya aún más la plasticidad
fenotípica de estos organismos y refuerza la idea de que habría que centrarse
en los datos morfológicos como en los moleculares si se quieren entender las
relaciones filogenéticas entre los taxones actuales y los extintos.
Turó de les Menes, debajo del que se encuentra la Cova de Gràcia Foto: Alex Guerra Terra 2012 |
Historia: otros
descubrimientos de la época
Las cabanyas de vinya, construcciones en piedra seca así conocidas en tierras de la Cataluña natal de Antonio Gaudí y en otros lugares de España como “chozos de pastor”, tienen en común con los Talayots prehistóricos de Menorca y Mallorca (que el arquitecto debió conocer durante las excursiones que realizó por esta isla durante sus largas estancias allí), su técnica constructiva a base de piezas de roca apiladas sin ningún tipo de argamasa. Aunque Gaudí si utilizó aquí el mortero, unas y otros le sirvieron de modelo para levantar en el alto del Turó de las tres creus del Park Güell una pequeña atalaya, para dejar, dicen algunas fuentes, constancia del yacimiento hallado en una cueva de su subsuelo durante las obras. En diciembre de 1900, cuando se efectuaba el desmonte de los terrenos de lo que iba a ser la urbanización residencial, apareció una caverna en la parte alta de una hondonada conocida como La Font del Carbó, lo que hoy es el Turó de las Tres Creus, o Turó de les Menes, con una serie de fósiles en su interior que despertaron la curiosidad de los obreros por lo que avisaron al propietario de la finca, Eusebi Güell. Éste se puso en contacto con el canónigo de la catedral e ilustre geólogo y paleontólogo, Jaime Almera Comas, quien envió al lugar al sacerdote, escritor y naturalista Norberto Font i Segué para que hiciera un informe de lo que contenía.
Las cabanyas de vinya, construcciones en piedra seca así conocidas en tierras de la Cataluña natal de Antonio Gaudí y en otros lugares de España como “chozos de pastor”, tienen en común con los Talayots prehistóricos de Menorca y Mallorca (que el arquitecto debió conocer durante las excursiones que realizó por esta isla durante sus largas estancias allí), su técnica constructiva a base de piezas de roca apiladas sin ningún tipo de argamasa. Aunque Gaudí si utilizó aquí el mortero, unas y otros le sirvieron de modelo para levantar en el alto del Turó de las tres creus del Park Güell una pequeña atalaya, para dejar, dicen algunas fuentes, constancia del yacimiento hallado en una cueva de su subsuelo durante las obras. En diciembre de 1900, cuando se efectuaba el desmonte de los terrenos de lo que iba a ser la urbanización residencial, apareció una caverna en la parte alta de una hondonada conocida como La Font del Carbó, lo que hoy es el Turó de las Tres Creus, o Turó de les Menes, con una serie de fósiles en su interior que despertaron la curiosidad de los obreros por lo que avisaron al propietario de la finca, Eusebi Güell. Éste se puso en contacto con el canónigo de la catedral e ilustre geólogo y paleontólogo, Jaime Almera Comas, quien envió al lugar al sacerdote, escritor y naturalista Norberto Font i Segué para que hiciera un informe de lo que contenía.
Padre Norberto Font i Segué |
La gruta había sido
habitada por mamíferos y reptiles antes de ser inundada sucesivamente por
corrientes de aguas dulces, que más tarde serían cubiertas por una capa de
travertino arcilloso sobre la que se depositaría otra de travertino
estalagmítico, revestida finalmente por una de cieno rojo. En esta sedimentación
se encontraron diversos fósiles de mamíferos: un erizo, varios roedores
comunes, varios fragmentos de distintos rinocerontes y de un tipo de ciervo muy
abundante en las montañas de Europa y Asia. Tortugas y moluscos también
formaban parte del conjunto encontrado, lo que reflejaba que el depósito se
había formado en el Pleistoceno Medio de la era Cuaternaria hace unos 600.000 años, época en que se produjo la transición del clima templado a glaciar. El
hallazgo tuvo una gran repercusión en la sociedad barcelonesa al estar en plena
actividad las acciones de la Junta de Ciencias Naturales, cuyo proyecto más
ambicioso tras el gran revulsivo que significó para la ciudad la Exposición
Universal de 1888, consistía en unos estudios para reproducir en piedra y a
escala natural las especies desaparecidas más notables. El impulsor de la idea
era el joven naturalista Norberto Font i Segués, que con ayuda de la Junta
logró poner en pie este proyecto.
Excursión a la Cova de la Roca. Con sotana: Padre Bataller |
La primera idea de
resguardar y señalar aquel pequeño promontorio para dejar recuerdo del enclave
fósil se la dio a Gaudí el arquitecto Salvador Sellés i Baró, uno de los
primeros que acudieron a visitar el Park Güell, formando parte de la excursión
que hizo la Asociación de Arquitectos en 1903 al nuevo parque residencial, que
se construía en la Montaña Pelada a semejanza de los que ya existían en
Inglaterra. El pequeño parlamento pronunciado por el visitante, subido
precisamente en aquella elevación, contenía la sugerencia de que aquel lugar:
...era ideal para un mirador, puesto que avanza sobre la pendiente de la
montaña y permite abarcar el conjunto del terreno urbanizado. Se realizó en
la época un proyecto presentado por el Padre Norberto (como hemos dicho antes), para construir una senda
en el Parque de la Ciudadela, con los grandes mamíferos prehistóricos, algunos
cuyos restos se habían encontrado en el talayot del Park Güell, pero éste nunca
llegó a ser realidad. Sólo pudo realizarse el mamut, que puede verse hoy en día
en la Ciudadela. Desde hace más de un siglo (construido en 1907 en hormigón, y
no en piedra como decía el proyecto), el Mamut de la Ciudadela atrae
riadas de niños para subirse en su trompa. El Diplodocus que iba a ser la segunda pieza, no se realizó.
Enlace a artículo original en Amphibia-Reptilia: Amphibia-Reptilia Volume 33(2) 2012:215-225
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