Texto y fotos: Alex Guerra Terra
Hace varias lunas, cuando escribía “La sombra de Gaudí”, emprendí una de
tantas incursiones nocturnas por el Park Güell, simplemente para llenar el
vacío de mi desvelo por un enigma no resuelto, y curiosear el sitio sin la
irritante presencia de tantos turistas que se agolpan en el sitio durante el
día. Me adentré, como casi siempre, por uno de los portales secundarios, para
lo cual debí atravesar el espeso montecito que lo rodea. La brisa traía con su
soplido el silbido de los árboles de los alrededores. El paso veloz de las
nubes en el firmamento jugaba con la luz, llenando la tarde de mágicas sombras,
y de un revoloteo alegre de hojas secas que salían de su letargo en rápidas
volteretas. Empezaba a conocer la laberíntica encrucijada de senderos como la
palma de mi mano, de tanto recorrerla, así que en pocos minutos llegué a este
camino de tierra que se interna directamente en el frondoso bosquecillo que
rodea el Park Güell. Parece mentira la existencia de este pequeño pulmón verde
tan cerca del centro. Pinos, algarrobos, cedros, cipreses y eucaliptus, se
mezclan con arbustos y matorrales, que se entrecruzan y alargan sus ramas hacia
los serpenteantes caminos de tierra. Y un corazón tan enigmático y caprichoso,
creado por la receptiva imaginación de un genio. Alguien me dijo una vez que el
lugar quedó marcado por el pasado, un pasado aplastantemente triste vivido por
su creador, pero también vibrante de imaginación y magia. Mi espíritu de
búsqueda no podía resistirse a intentar encontrar indicios, así que allí fui,
una vez más.
Recuerdo haber leído que la montaña de alrededor era un terreno yermo
cuando comenzaron las obras en 1900, como su nombre, Montaña Pelada, indica.
Los pinos, algarrobos, cedros y palmeras, los cipreses, eucaliptus y
plataneros, que se mezclan con arbustos y matorrales, cactus e hibiscos,
sobreviviendo y creciendo en esa tierra seca gracias al sistema de
canalizaciones ideado por Gaudí, que aprovecha y recoge de forma natural el
agua de la lluvia, fueron plantados en su gran mayoría por aquellos años de
principios del siglo pasado. Se ha llegado incluso a decir, debido a las
soluciones encontradas por Guadí en las obras del Park Güell, y el hecho de
haber mandado plantar especies mediterráneas para repoblar la Montaña Pelada,
que el arquitecto era ecologista. Nada más descontextualizado. Este
término no existía en su época, y sobre todo, tampoco el concepto. Gaudí no
tenía intención de salvar ninguna especie. En esa época, intentaba controlarse
la naturaleza, no salvarla, y en el caso de Gaudí, prolongar su belleza y su
armonía con la arquitectura. No hay nada social o político en ello, respetaba
la naturaleza, pero no pretendía salvarla. El origen de los movimientos
ecologistas se remontan a mediados del siglo XX, cuando Gaudí ya había
fallecido. Seguí adentrándome mientras disfrutaba del verde. Me pareció
que alguien me espiaba, y a pesar del miedo que eso me produjo, la curiosidad
pudo más y esa sensación me impulsó a continuar mi camino en lugar de desandar
mis pasos. El parque, sumido en su espectral silencio quebrado solamente por
lechuzas y murciélagos, se adueñó de mí y me atrapó entre sus formas místicas,
como siempre. Pero al cabo de un rato, no sabría precisar cuánto, me pareció
oír un insistente crujido cercano, que resultó ser… no era un fantasma, no…
lástima… y no os cuento más, ¡sólo que salí huyendo despavorida!
Pero el susto pasó. Y mi huida no fue de vuelta hacia mi casa, sino hacia
el parque, donde las farolas permanecen encendidas por la noche. Llegué, pues,
a la entrada del recinto por la parte trasera. La luna más grande del año, llamada “superluna”, me recibió. Impresionante,
allí apareció, entre los árboles. La podemos ver gracias al fenómeno conocido
como perigeo, es decir la máxima aproximación que tiene la Luna con la Tierra,
unos 50.000 kilómetros más cerca de nuestro planeta que la normal. Además la
Luna en el perigeo, parece un 14 % más grande y un 30% más brillante que en el
apogeo. La foto la tomé ya casi dentro del Park Güell, a primera hora de la
noche, que la Luna se ve más oscura, pues con el avance de la oscuridad, sobre
el fondo negro del cielo, la vemos brillar con mucha mayor intensidad. Una vez
dentro, ya noche cerrada, viví algunas experiencias inolvidables, pero eso, es
otra historia, que contaré otro día, pues el propósito de ésta, era simplemente
hablar del frondoso bosquecillo llamado antaño “montaña pelada”.
Era un jabali? Este parque/jardin transmite las esencias del pasado. El Parc Güell, sin turistas, es una maravilla de presente y pasado
ResponderEliminarJaja! Hola Mercè, no, no era un jabalí, no los hay allí, ya no al menos, sí en un pasado remoto... sería algún animalillo más pequeño, como un gato o algún reptil. Un saludo!
Eliminar¡Genial el artículo!
ResponderEliminarLa versatilidad de este arquitecto está fuera de toda duda. Si todavía no la has visitado, visita el edificio de Gaudí, Casa Vicens. Es impresionante su capacidad para conectar con las personas a través de la arquitectura.
¡Un saludo y gracias por el aporte!
Además de ser una ciudad llena de arte, cultura y los monumentos espectaculares de Gaudí, es un lugar ideal para estudiantes universitarios. Con el gran abanico de carreras universitarias y habitaciones para estudiantes en barcelona, ofrece una experiencia única.
ResponderEliminarMuy buen artículo, es una pasada el Park Güel. Yo estuve buscando de comprar una viviendo en sus alrededores y la verdad es que los precios están desorbitados. Tuve que pedir un préstamo a Contante - empresa de préstamos inmediatos
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